ENTREVISTA

CON ALEJANDRO AMENÁBAR

Alejandro Amenábar en el rodaje de Mientras dure la guerra de Movistar+

E - ¿A qué se refiere el título: MIENTRAS DURE LA GUERRA?

A.A. - Para mí esa frase significa dos cosas: por un lado, forma parte de un documento firmado por el bando nacional al comienzo de la guerra y que fue clave en la toma de poder de Franco. Pero sobre todo es una reflexión que se lanza al público. Somos nosotros los que parecemos seguir sin entendernos, en guerra constante.

E - ¿Por qué hay tanto debate social sobre la frase que pronuncia Unamuno en la película?

A.A. - La frase ‘Venceréis pero no convenceréis’ convirtió a Unamuno en un mito, pero no existen registros sonoros ni transcripción del dis- curso y sí muchas versiones de lo que dijo, aparte de la propaganda de un lado y de otro, de ahí la polémica. También hay debate sobre lo que dijo, o no, Millán Astray. Por eso, abordar la escena del discurso se convirtió para mí en un acto de máxima responsabilidad. La he preparado a conciencia consultando todo tipo de documentación y testimonios procedentes de los dos bandos, y la he escrito y rodado en conciencia. Para mí, la evidencia más clara de que don Miguel lió una buena durante aquel acto es que esa misma tarde le revocaron el acceso de socio al Casino de Salamanca, vamos, que lo echaron, y dos días después fue destituido como rector de la Universidad de Salamanca y pusieron un guardia en la puerta de su casa. O sea, que algo y muy gordo tuvo que pasar. 

E - ¿Se van a reconocer los espectadores de hoy en los acontecimientos que recoge la película?

Creo que la película actúa como catarsis para un espectador de hoy en día y el panorama que retrata conecta más de lo que pudiéramos pensar con nuestra actualidad política. Considero que en la Historia las crisis y las revoluciones vienen por ciclos, algo que ya traté en mi película Ágora, a veces haciendo avanzar a una sociedad, otras lamentablemente no. En Europa durante la primera mitad del siglo XX, surgieron los movimientos fascistas y hoy no resulta difícil verlos resurgir. Las posiciones extremas ganan peso y lo inquietante es imaginar a qué escenario nos llevan, porque sabemos bien cómo acabó aquello: con una guerra mundial. Y en España, como triste preludio, una guerra civil. Por eso siento que esta película habla más del presente que del pasado. Te pondré un ejemplo cercano. Cuando saco al perro al parque coincido con un grupo de jubilados paseando a los suyos. Uno es republicano, otro es claramente franquista... y entre ellos hablan y discuten de política. Siempre me ha parecido muy saludable que todas las mañanas se busquen para darse la tabarra, pero que de ahí no pase, porque hace ochenta años se habrían estado pegando tiros. De esa España que dialoga quería hablar también en la película. Hay una escena en la que Unamuno y Salvador Vila se enzarzan en una discusión política en medio del campo. Esa bronca la incluí en el último momento porque me di cuenta de que era la oportunidad de que se le presentaran al público las dos Españas, las de siempre. Ahí se quedan discutiendo mientras la cámara se aleja de ellos. Para mí, lo bonito es que después de la tempestad los dos se serenan y siguen caminando juntos.

Mientras dure la guerra de Movistar+

 


E - ¿La historia se desarrolla a través de un paralelismo entre los hombres de letras y los hombres de armas?

A.A. - "Todo empezó por Unamuno y su famoso discurso, que no es ni más ni menos que su toma final de posición ante el conflicto armado. Unamuno viene a decir que aquellos muy mal, pero estos peor, y lo sorprendente es que lo hace en el escenario más peligroso para él: durante la fiesta de la exaltación de la Raza, sabiendo que otros intelectuales como García Lorca ya habían sido asesinados sin siquiera haberse manifestado. Se jugó la vida, literalmente, y demostró un valor que posiblemente a muchos nos habría faltado. Y por otro lado tenemos la historia de cómo se desarrolla el conflicto y cómo se articula el poder entre los generales sublevados. Es la toma del poder por parte del hombre de armas, Franco, y la toma de conciencia por parte del hombre de letras, Unamuno. Las dos tramas discurren paralelas durante gran parte de la película y cobran todo el sentido cuando Franco y Unamuno acaban reuniéndose."

Karra Elejalde es Miguel de Unamuno en 'Mientras dure la guerra' de Movistar+

E - ¿Asistimos en la película a un momento de importancia histórica para España y al mismo tiempo en la vida de un mito? ¿Habéis contado con el apoyo de la familia para reconstruir ese proceso íntimo del escritor?

A.A. - Teníamos claro que no queríamos hacer un panegírico sin más de la figura de Unamuno, y a la vez queríamos contar con el apoyo y la colaboración de su familia. Ellos leyeron el guion y fueron respetuosos, aunque dada la propia controversia que generaba y genera a día de hoy el personaje, hay puntos sobre los que no existe unanimidad: uno de ellos es si donó o no a los sublevados 5.000 pesetas. En estas cuestiones, como en las más espinosas relativas a la guerra, mi actitud fue siempre la de recopilar la mayor cantidad de información posible antes de tomar la decisión final en el guion. Sinceramente, creo que la película es un retrato fiel de lo que debió sentir Unamuno en esos meses, acorralado en Salamanca, en su casa, repudiado por antiguos amigos y adulado por futuros enemigos. Un auténtico via crucis para él, que desde el punto de vista dramático es oro, por- que ves a un personaje que va cambiando, creciendo y rebelándose.

E - ¿Experimentó Francisco Franco conflictos internos parecidos en aquellos meses?

A.A. - Para empezar, todos creemos tener una imagen de Franco. Franco flota a nuestro alrededor como una entelequia, pero yo creo que a Franco lo ha conocido realmente muy poca gente. Era un personaje impenetrable hasta para sus colaboradores más próximos, que además se fue reinventando a sí mismo y construyendo una imagen a través de la propaganda del régimen. El personaje que intentamos retratar en esta película es un Franco pocas veces visto antes, es el tipo que busca secretamente convertirse en el “emperador” de todo esto. Me pregunto hasta qué punto eran conscientes Unamuno y sus contemporáneos de que la intención de Franco era precisamente esa. Seguramente muy pocos lo vieron venir. En una escena de la película se ve cómo reinstaura en su cuartel la bandera monárquica, cómo recupera la marcha real... En algún momento, en su cabeza, vio un camino clarísimo para sustituir al rey cuando éste se fue de España. Franco se había convertido en el general más joven de Eu- ropa en aquel momento y poco a poco buscó la jugada perfecta. Fue casi como una carambola: muere Sanjurjo y, de repente, ahí está él. Es además un hombre nada clerical que, al poco de comenzar la guerra, entiende que asociar ésta a las Cruzadas o a la Reconquista dará una dimensión épica a su campaña. En este giro eclesiástico estuvo influido sin duda por su mujer Carmen.

E - ¿Es posible rodar sobre hechos reales tan cercanos desde la imparcialidad?

A.A. - Creo que es imposible rodar desde la imparcialidad, ni siquiera un documental. Siempre habrá una mirada, un punto de vista, una intención. Otra cosa es el respeto al espíritu de los hechos y las personas reales, no desvirtuarlos, y sobre todo no caer en el adoctrinamiento o la manipulación ideológica. Como espectador me gustan las películas que me dejan margen para pensar, y eso es precisamente lo que intento potenciar como creador, que la gente piense, hable, discuta... Durante la escritura del guion y durante el rodaje contamos con un asesor histórico y con un asesor militar que también era historiador. Entre ellos mismos surgieron discusiones sobre ciertos episodios y detalles: qué se dijo aquí, qué pasó, qué no pasó... Escuchar a uno y a otro, como si fueran dos pepitos grillos, me venía muy bien a la hora de tomar decisiones. Quizá esta película incomode más a quienes están en los extremos, porque yo no soy extremista. Desde luego no he querido hacer una película con espíritu revanchista o victimista, y espero que sea entendida tanto por gente de izquierdas como de derechas.

E - ¿Has trasladado el debate a los espectadores?

A.A. - Espero que sí. Cuando uno hace una película le gustaría eso. Que dé que hablar, que dé que pensar. Yo no he nacido en España pero la he hecho como español. Precisamente, hace no mucho descubrí que una de las razones por las que nací en Chile fue que mi madre, española, viajó allí acompañando a su hermana, cuyo marido huía de la represión franquista. Y después mis padres hicieron el viaje de vuelta ante la explosiva situación política en Chile, quince días antes del golpe de Pinochet. Así que mi existencia ha estado marcada por dos golpes de Estado, algo que realmente nunca me había planteado seriamente. La guerra no me pilla, no nos pilla, tan lejos. Y aun así, me gustaría que la película se entendiera como conciliadora. Por eso era importante para mí que la cartela final recordara que con las elecciones de 1977 se recuperó la democracia, porque ése es el período que yo he vivido y disfrutado desde niño, un sistema que básica- mente permite la convivencia entre personas con ideas opuestas. De eso se trata para mí, de entender que lo sano es que todos pensemos de maneras distintas. Si pensáramos igual, el mundo sería muy triste. O sea, una dictadura

Mientras dure la guerra de Movistar+
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